Y es que el miedo me corroe, con el paso del tiempo se ha convertido de ser una pequeña chispa en el abismo, a ser un fuego interminable que se vuelve cada vez más grande y no deja de crecer.
Ese hogareño calor está expresado en cada palabra, en cada abrazo, en cada beso, cada mensaje que te mando, en fin, cada pequeño detalle dedicado a tí, lo que te digo mirándote a los ojos y con una gran sonrisa que no puedo evitar al verte...
Pero temo quemarte. Hacerte daño. Hacerme daño.
Lo expresado son pequeñas dosis de mis sentimientos, porque si las porciones se vuelven grandes, no sé qué pase. Una tempestad. Un adiós. Un bello recuerdo de que tú me amabas y me sentía la persona más feliz del mundo.
Prefiero quedarme así. Una linda y estrecha amistad con la que podamos amarnos y ser felices.
No quiero que en un descuido de las tan meticulosamente medidas dosis, lleguemos a ser extraños...