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martes, 6 de septiembre de 2016

Pero no me lanzaré a las vías del tren, porque las páginas me contienen, me atrapan y me impiden irme.

Es la primera vez que me pasa. ¿Cómo es que nadie me advirtió? Ya sé, parece muy lógico.

Pero nunca pensé que fuera así…

Es la primera vez que confío plenamente en alguien. Y esto no va tan bien.

¿Acaso en algún contrato abstracto dice (claramente, pero en letras chiquitas) que la extrema confianza también puede dolerte?

¿Cómo es que la persona más maravillosa que he conocido, también es la persona que más puede llegar a lastimarme? No entiendo cómo es que puede ser tan opuesto.

Ni siquiera puedo verla a los ojos. Siento una enorme tristeza y enojo a la vez, que al hablarle, no sé cómo comportarme, pero es claro que esto ya no es igual. Algo se rompió y me preocupa que jamás se recupere a como era todo antes.

La verdad es que siempre tuve miedo de perderla, porque cuando descubrí que me hacía tremendamente feliz como nadie puede hacerlo, una pequeña parte de mí me advirtió que eso era peligroso, que tenía que cuidarla como a nadie más. Y lo hice. Pero no creo que haya sido suficiente.

Se supone que debería de estar haciendo una hermosa cuartilla acerca de un artículo, algo que me gusta hacer, porque tengo una ortografía y redacción como nadie que he conocido, a menos que sean grandes escritores que admiro. Pero no puedo concentrarme en algo que me gusta hacer, jamás pensé que esto pasaría pero en verdad, si no tienes con quién compartir todo lo que haces, te sientes vacío, te falta algo que no puedes llenar con cualquier cosa…o persona.

Es que quisiera decirte lo mucho que te quiero en mi vida, pero no sé ni cómo hablarte, algo que nunca pensaba cuando quería hablar contigo, sólo lo hacía y ya. 

Pero ahora habita en mí un miedo increíble, justo el mismo que sentía cuando te conocí, y sinceramente no creo que eso sea algo bueno.

Es gracioso hacer esta analogía, pero pareciera que mis sentimientos se han reiniciado, lo más seguro es que sea un mecanismo de defensa, el mismo que quité porque sabía que personas como tú, son únicas, personas por las que vale la pena seguir viviendo en este asqueroso mundo, que me dan esperanza de que aún puedo confiar en la humanidad.

Ahora sólo sé que sólo quedan recuerdos de momentos felices que nunca volverán de nuevo y esos, justo esos, son los peores, no porque en verdad lo sean, sino porque temo que en un largo periodo de tiempo, ya no pasen.

En verdad me causa tanta confusión, no suelo ser dramática si alguien en mi vida se va por un tiempo, o si ya no vuelve. ¿Qué está pasando? Nunca había sentido un nudo en la garganta ni llorado por una amistad, se supondría que esto no pasaría.

Y nada, escribo porque no sé cómo hablarte. Escribo porque no puedo dormir, y porque sé que si no lo hago, explotaré en algún momento del día. 

sábado, 2 de abril de 2016

Buscando los siempres en los jamases

¿Es mejor ser un "genio preocupado" o un "tonto alegre"? Hay estudios científicos que avalan que entre más conocimiento se tenga, mayores son los estándares para llegar a la felicidad y por lo tanto, la mayoría no llega a ser plenamente feliz (entiéndase a la felicidad como algo parcialmente permanente, no como estado de ánimo).

Por ende, se pensaría que la ignorancia nos otorga el regalo de ser felices. Pero, ¿Y si lo que me hace feliz es saber más del mundo y sus trivialidades?...Es una pregunta que deja atrapada mi alma en este mundo lleno de vulgaridades que van acechando a las personas hasta que quedan sumergidas en la ceguera que impide que se acerquen al conocimiento.

Me permito hacer una importante pausa, pues me ha dejado muy impactada la frase -"Si el exceso de educación sirve para prejuzgar y descalificar, entonces es un exceso que no nos sirve de nada, así como todo exceso en la vida es malo"- (Hoffmann, 2015); lo que ahora me deja pensando en si debo de seguir deleitándome de conocimiento y ponerme un límite en el futuro lejano, para prevenir la autodestrucción de mi felicidad.

A veces, tengo que recordarme a mí misma que lo realmente importante de la vida no es saber cómo funciona tal o cual cosa, sino apreciar esos pequeños momentos que nos hacen felices, en donde no puedes controlar tus sentimientos por alguien o por algo, donde surge un sentimiento de emoción, de pasión, de profundo amor, de felicidad, esos que nos hacen sentir que somos libres, en fin, los que hacen que seamos humanos.

No sólo es elemental saber explicar a la perfección cuáles son los procesos bioquímicos que se llevan a cabo cuando te enamoras, cuando se te eriza la piel, cuando te sonrojas, cuando te deprimes, no sólo es buscar artículos que te digan en fabulosos 10 pasos el secreto para llegar a ser feliz, cómo enamorar a alguien a base de recitarle versos de Shakespeare a la persona que quieres, cómo interpretar las obras de arte representadas en pinturas, literatura, esculturas, teatro, arquitectura, cinematografía o música.

Porque la esencia de la vida y, por analogía, de la felicidad; se encuentra en forma de instantes que jamás recuperarás, pero que se quedan en tu mente a manera de bellos recuerdos, por lo tanto, se vuelven eternos, porque siempre estarán ahí.

En conclusión, y como dijo Hoffman, "...todo exceso en la vida es malo", incluso el conocimiento. Así que hay que saber equilibrarse entre pensamientos y sentimientos para alcanzar una felicidad plena, y saber que la esencia se encuentra en algo eterno, algo que siempre tendrás y que en principio fue fugaz, y jamás volverá. 

Por ello, a partir de ahora, busca los siempres en los jamases.


-Hoffman, J. (2015) Estudio sobre la felicidad. Consultado el 1 de abril del 2016, en https://drive.google.com/file/d/0BwFGs3JmlRsRTm9KNENTU1VjRkk/view.